Sueños


Cuando estaba en sexto de primaria, el poema que escogí para la eliminatoria del concurso de oratoria fue un soliloquio de la obra de teatro «La vida es un sueño» de Pedro Calderón de la Barca.

Recuerdo que lo escogí con mucho esmero, la palabra «sueño» siempre ha sido una palabra llena de expectativa para mi.

Siempre me he considerado una soñadora. El Sábado pasado vi una estrella fugaz, de esas que me hacía falta ver, desde hace mucho tiempo. ¿Saben que me recordó? Que tenía que volver a soñar.

Yo no sé dónde he guardado tantos sueños. Algunos, no puedo negarlo, los he cumplido al pie de la letra, es más, siento que Dios me ha permitido cumplirlos más allá de lo que yo pudiera imaginar.

Entonces, ¿qué sucede ahora? ¿Porqué se ven tan lejanos?

¿Han guardado cosas, en alguna ocasión, tan bien guardados que después no las encuentran? Pues es un sentimiento parecido el que tengo.  Los guardé y no sé ni donde los dejé. ¿Distracción? ¿Desinterés? ¿Dónde están?

Los quiero de regreso, y estoy convencida, que siempre que uno va en pos de sus sueños, es porque están escritos en el corazón, y se lograrán de alguna u otra manera… Es sólo que… esta vez… también la niña se siente un poco perdida.

Muchos de los sueños, no se cumplen como uno los planea, ni en el tiempo en que uno los desea. Sé que Dios tiene sus tiempos. Lo que me hace falta también es paciencia y tal vez un poco de sabiduría.

Lo cierto es que si sigo siendo la misma soñadora, y sigo sintiendo un ardor en mi corazón por alcanzar todo eso, todo eso… para lo que estoy hecha…

Mi propósito en la vida…

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