El mundo contemporáneo nos ha vendido la idea sobre lo que toda chica debe vivir. En la rápida y loca carrera de estudia, trabaja, ten familia, atiende tu casa, viaja, sube, baja, a un lado, al otro, parece que nosotras las mujeres a veces nos perdemos en tanta actividad. Queda poco tiempo para poder reflexionar sobre nosotras mismas. ¿Cuántas veces te has visto al espejo últimamente? Si, ya sé me dirás que todos los días antes de salir hasta le mandas besos al espejo. Pero, me refiero al contemplarte y ver tus características como mujer y como un ser único y especial.
Yo hice el experimento, no tanto por contemplarme, sino porque la verdad me lo pusieron como ejercicio en un curso de personalidad que tomé. No te miento, pero al quedarme viendo a esa chica del espejo, hubo un momento en el que no la conocí. Se supone que debía de verme al espejo para conocer más sobre mis movimientos corporales. Lo primero que vi, fueron todos mis defectos, el grano, el lunar, la nariz, la barbilla, los cachetes… (Inténtalo y verás) Pero, después al acostumbrarme a mis movimientos, incluso a mis brazos, que al moverlos parecían tener vida propia. Pude comenzar a ver más allá.
Mis ojos, si, ya sabía que los tenía café, pero hacia dentro pude ver todas mis experiencias vividas, todas mis respuestas en reacción, me vinieron mil imágenes a mi mente. Y como decimos los mexicanos ¡órale! ¿Todo eso he vivido? Nunca había tenido tiempo de verme al espejo de esa forma. Es que la verdad, siempre he visto en el espejo el color del labial que traigo puesto. Proseguí con mi contemplación de ese ser que conozco muy bien, pero al que a simple vista, siempre le veía los defectos. Poco a poco pude darme cuenta de otra belleza. Si, otro tipo de belleza que está ahí, todos los días para definirme como persona.
Todas mis acciones, mis decisiones, mi pensamiento también se reflejan en mi cara. Mi sonrisa, mi cara de preocupación, mi enojo… y agrégale todo lo demás. Si, estaban ahí, con maquillaje y todo, se reflejaban. Es entonces que recordé que al ser un ser de tres partes, espíritu, alma y cuerpo, casi en automático estamos muy al pendientes de nuestro cuerpo, pero nuestro espíritu y alma muchas veces los dejamos a un lado.
Si, en el espejo también se ve tu alma y es necesario que también sea cultivada para reflejar tu verdadera belleza. Tu inteligencia te da otro brillo, otro resplandor. Es eso que llamamos la belleza interior. Cultivarla con libros, música, viajes, amistades…
¿Has escuchado que el corazón alegre hermosea el rostro? Es algo así, un corazón alegre, es el que sabe tomar decisiones basadas en sus propias convicciones, decisiones sabias buscando la dirección de Dios. No se preocupa, porque sabe que Dios tiene el control. Se duele pero sabe esperar los tiempos de Dios. En resumen, se tiene dominio propio. Se es inteligente.
¡Qué padre poder contar con una belleza no sólo externa si no el brillo excepcional de la inteligencia!
¿Te atreves a verte en el espejo?