Nunca la mentira es mejor que decir la verdad.
La mentira provoca desconfianza y va enredando todo hasta que se vuelve tan pesada que te aplasta.
Dejando consecuencias, hiriendo corazones y rompiendo relaciones a su paso. Un vacío en el corazón.
La mentira puedes endulzarla, pero al final se vuelve amarga.
Hablando la verdad podemos confiar siendo confiables y así edificar.